QUIENES SOMOS

MIMIEL, es el resultado del esfuerzo y dedicación de las abejas y de los apicultores Reme Gutiérrez y Salvador Escobar; desde hace mucho tiempo amantes de la Naturaleza y lo natural.

No contiene aditivos ni tratamientos de ningún tipo. No se calienta ni procesa. Se envasa directamente desde los panales.

Nuestras abejas recolectan el néctar y los mielatos de cerezos, castaños, brezos, robles, encinas y se enriquece con muchas otras especies. Esta combinación le confiere un sabor peculiar que la distingue.


martes, 10 de noviembre de 2015

EVALUACION PROFESIONAL DE MIMIEL




Hemos sometido nuestra Miel a una evaluación de profesionales de la cata para que fuera valorada y calificada. El vehículo utilizado ha sido la web de Mieladictos.com. 


Los resultados han sido los siguientes:

- Examen preliminar: homogénea.

- Color: ámbar oscuro.

- Examen visual: Pasas, cálido tostado. Intensidad media.

- Examen gustativo: poco dulce, ligeramente amargo, ácido normal. Descripción: pasas, regaliz. Intensidad media.


La miel ha sido considerada como BUENA. 

Los catadores consideran que podría ser etiquetada como Miel de Bosque, por la presencia de mielatos.

La muestra no presentaba defectos de ningún tipo.

El criterio que utilizan los catadores para dar más puntuación a una miel de este tipo, es una mayor contundencia en el sabor, es decir, que sea más fuerte.

Tu miel les ha parecido buena, pero suave.


En preparación

Nuestro nivel de satisfacción y valoración con esta cata de miel se corresponde con el grado de atención y cuidados que dispensamos a nuestras abejas.

La escala de valoración y puntuaciones puede consultarse en la misma web de Mieladictos.com (Guía de Mieles de España y Portugal). Gracias a la iniciativa de Alberto Colina.

Formatos


LA MIEL DE BOSQUE. PROPIEDADES Y CARACERISTICAS


El entorno de nuestro apiario


Conocida como miel de mielada, mielato, miel de rocío, miel salvaje o de bosque, ésta marca una diferencia notable con las florales. Para su elaboración las abejas se sirven, además del néctar y  del polen recolectado, de algo tan curioso como las secreciones de savia en pinos, abetos, encinas, alcornoques y algunos arbustos y de insectos como pulgones, cochinillas y otros chupadores de savia. Suele ser de color muy oscuro, se solidifica con dificultad y a menudo desprende un olor especiado, resinoso. La variedad que procede de pinares se distingue por un peculiar sabor a pino, y es muy apreciada por su uso medicinal en la Europa oriental y en Turquía.

Rosa Ana Pérez, Lucía Vela y Cristina de Lorenzo, del Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario (IMIDRA), han publicado en la revista Journal of the Science of Food and Agricultura un estudio encaminado a determinar qué tipo de miel posee más propiedades antioxidantes. Los resultados descubren que, en este aspecto, la miel de mielada dobla a todas las demás.

Un néctar saludable

Son incontables los estudios epidemiológicos que vinculan el consumo de antioxidantes, a través de una dieta basada en frutas y verduras, con la prevención no sólo de enfermedades vasculares, sino también de cáncer o diabetes.

Respecto a la miel, lo último en anunciarse son sus propiedades prebióticas y un estudio de la Universidad de Purdue (West Lafayette, Indiana), que asegura que la combinación de miel con suplementos cálcicos aumenta la reabsorción mineral de los huesos y garantiza su metabolismo. Pero el trabajo del IMIDRA con miel de mielada introduce una variante importante en los beneficios que se suponen al dulce néctar. El origen de la miel o la forma en la que las abejas la hayan elaborado puede tener mucho que ver con sus propiedades.


La miel proporciona un mejor funcionamiento de riñones e intestinos, favorece la actividad del cerebro e inhibe ciertas bacterias

Pérez y el grupo de investigación estudiaron, en realidad, 36 mieles distintas, compararon sus efectos y hallaron que sólo una despuntaba de todas las demás en cuanto a propiedades antioxidantes. La capacidad de las distintas mieles para eliminar radicales libres del torrente sanguíneo se fijó en una media del 28,7%, pero sólo la miel de mielada exhibió un 66,8%. Los componentes de naturaleza antioxidante identificados en la miel son los fenoles, el ácido ascórbico, la glucosa-oxidasa, la catalasa y la peroxidasa. Entre todos estos componentes, la parte dura del trabajo parece recaer principalmente en los fenoles.

Se trata de un producto fácilmente digerible, ya que las moléculas de azúcar de la miel se transforman con facilidad en otros azúcares. Se dice que su consumo regular ayuda a un mejor funcionamiento de riñones e intestinos. Se difunde rápidamente a través de la sangre, constituyendo una fuente de energía de efecto inmediato (con agua tibia tarda sólo siete minutos). Sus monosacáridos favorecen la actividad del cerebro, el órgano que más azúcar consume. La miel ejerce un efecto inhibitorio contra las bacterias. Su elevado contenido en azúcares imita la cantidad de agua que los microorganismos necesitan para crecer. También su bajo pH y su peculiar composición química privan a las bacterias del nitrógeno necesario para su reproducción.

Por si fuera poco, la miel es rica en minerales como magnesio, potasio, calcio, sodio, cloro, azufre, hierro y fosfatos. Contiene vitaminas B1, B2, C, B6, B5 y B3, variando en cantidades según las cualidades del néctar y el polen del cual proviene.

Con aplicaciones tópicas

En aplicación tópica, la viscosidad de la miel proporciona una barrera protectora que impide que las heridas se infecten. Suministra un ambiente húmedo cicatrizante que permite que las células de la epidermis se regeneren a través del surco de la herida con la superficie de la misma, impidiendo así la deformación de la piel. La miel también estimula la formación de nuevos vasos capilares y el crecimiento de los fibroblastos que reemplazan el tejido conectivo en las capas más profundas de la piel, así como da pie a la producción de fibras de colágeno, que fortalecen la reparación del tejido.

De esta forma, una cataplasma con miel impide la formación de costras y tejido fibroso, de manera que se previene la necesidad de injertos de piel, incluso en heridas de cierta envergadura. Pese a su aspecto, la miel no se pega a los tejidos heridos sobre los que se aplica, por lo que no se arrancan tejidos nuevos ni hay dolor cuando se cambian los vendajes. Ejerce también una acción antiinflamatoria que reduce la hinchazón en torno a las heridas.


sábado, 7 de noviembre de 2015

LAS COLMENAS EN INVIERNO


A finales de otoño y principios del invierno, cuando no hay flores de las que alimentarse, cuando las temperaturas descienden y llega el mal tiempo, la actividad de las colmenas desciende poco a poco hasta paralizarse: la reina comienza a disminuir la intensidad de la postura (o puesta de huevos fecundados que dan origen a la obreras y a los zánganos) y van muriendo las obreras que durante el verano han trabajado intensivamente para proveer de alimento a la colmena y dotarla de reservas para el invierno (las obreras viven poco menos de tres meses). Comienza la hibernación de la colmena.



A partir de ese momento, las abejas se agrupan formando una especie de pelota que permite mantener el calor dentro de la colmena. En el centro de esa pelota está el nido que es la zona más caliente de toda la colonia, con una temperatura entre 25 y 32º. Desde aquí, el calor llega hasta las que forman la capa más exterior que así pueden sobrevivir cuando las temperaturas exteriores están por debajo de 10º, pues sólo cuando la temperatura exterior supera los 12º las abejas empiezan a moverse y a emprender el vuelo si esa subida continúa.



Los apicultores temen los cambios bruscos de temperatura que se produce a lo largo del invierno, pues si el clima es benigno y las plantas empiezan a brotar, la actividad en la colmena se inicia con la puesta de huevos de la reina, si se produce una baja repentina de temperatura y las abejas no pueden mantener el calor en las nuevas zonas de cría, las larvas o bebés abeja mueren, ralentizando la puesta en marcha de nuevo de la colmena cuando llegue el buen tiempo. Por eso es conveniente tener las colmenas en sitios soleados y abrigados, o protegerlas con materiales aislantes que le ayuden a mantener el calor.



Durante la invernada mueren gran cantidad de abejas tanto por causas naturales (las obreras viven poco menos de tres meses), como por enfermedades o por las bajadas bruscas de temperatura que impiden calentar la colonia de abejas. Otro elemento básico para la supervivencia de una colmena durante el invierno es que las reservas de miel y polen sean suficientes para ello, sino es así, debe aportarse la alimentación suplementaria para permitir una buena alimentación hasta la llegada de la primavera. También debe controlarse la situación sanitaria de la colmena, aplicándole el tratamiento correcto en caso de estar afectadas por enfermedades como la varroasis o la nosemosis.



Otros consejos son inclinar las colmenas para que el agua resbale, aislarlas del suelo, reducir las entradas para evitar okupas como ratas o ratones y si corren fuertes vientos, asegurar las tapas de las colmenas con piedras que impidan su vuelo. También hay que procurar que la colmena esté ventilada, evitando las corrientes de aire y que la comida esté cerca de las abejas para que puedan llegar a ella cuando están casi aletargadas.



Pero, en definitiva, el buen funcionamiento de una colmena depende de los conocimientos y cuidados del apicultor. Porque un buen apicultor sabe que si cuida a sus abejas, éstas cuidarán de él.